Lo práctico y lo simbólico


Decir lo que pensamos,
creer en lo que hacemos,
querer lo que soñamos,
eso es simbólico,
no sirve de nada.

Pensar lo que decimos,
hacer lo que creemos,
soñar lo que queremos,
eso es práctico,
sirve para todo.

El mundo simbólico,
lo práctico del mundo,
nosotros elegimos.

Anhelos


Ahogado en el silencio de tus gritos
oí una voz que me susurraba
cegado por la visión de tu rostro
vi una luz que me mostraba el camino
perdido en el laberinto de tus actos
encontré una solución a mi problema:
decidí recordarme que tenía que olvidarte
pero cada vez que me lo recordaba
desolvidaba lo olvidado.
Menos mal que al final me di cuenta
que eras tú quien me susurraba
que eras tú la luz que me alumbraba
que eras tú quien me perdía
al recordar nuestros encuentros.
Así que ahogado, cegado y perdido
seguiré esperando tu respuesta.

Romance


Quisiste ponerle música
a los poemas que escribo
sacaste una bellas notas
que mis letras te inspiraron
y la letra cobró vida
al ritmo de tu guitarra
ahora danzan las palabras
abandonan el papel
las armaste y ellas solas
cambian de significado
las dotaste de luz propia
y ahora estrellan nuestras noches
qué bonito es verlas irse
y saberlas escuchadas.

Tal como eres


Eres pequeña como las grandes cosas
donde podría guardar lo que llevo dentro,
eres modesta como las cosas importantes
que se avergüenzan de sus virtudes,
eres preciosa a pesar de las imperfecciones
que realzan la belleza de lo sincero,
eres así de contradictoria,
y por eso tengo la confianza
de que eres lo que estaba buscando.

¿Quienquién?


Un cuarto helado. Muy iluminado. Y en medio del desierto. Allí es donde viviré cuando salga de aquí.” Fueron las últimas palabras que dirigí a quien durante más de cinco años fue mi compañero de celda. Recuerdo que lo dejé sin palabras, cosa que no pasaba muy a menudo, y es que aunque solía ponerse muy pesado lo echaba de menos. Pero en aquel momento no podía imaginar que una frase tan carente de sentido podría llegar a hacerse realidad. Desde entonces debí alternar mis gélidos descansos en mi casa de hielo con los tórridos paseos por la arena del desierto. Salir del fuego para caer en la brasas, dicen, aunque en mi caso ardía y tiritaba a partes iguales. Fumaba todo el día. No había otra cosa que hacer. Y normalmente lo hacía sobre la arena, pues temía derretir mi morada, otro sinsentido estando a cuarenta grados a la sombra de mis paredes de hielo. Pero aquel día no pude soportar el calor y fumé en el interior del cuarto. Se derritió después del tercero. A la tercera va la vencida, dicen también, así que sentado sobre las húmedas ruinas de mi casa que pronto se evaporaron intenté pensar en otra ingeniosa frase que me sacara de allí. Esta vez, sin embargo, la frase pareció venir del cielo. “Y para tomar el cuarto se puso un tutú.” Oí sobre mi recalentada cabeza. Nunca he sido muy creyente, pero reconozco que la posibilidad que Dios hubiera encontrado en mí a otro Moisés me gustó. Levanté la vista, pero el sol me cegaba. ¿De dónde diablos iba a sacar un tutú? A mi alrededor las dunas se sucedían hasta llenar todo mi campo visual, y yo con mi cigarro en la boca listo para encender esperaba el maná en forma de tutú. ¡Payaso! Me dije en voz alta, ¿quién esperas que te ayude?
-¡Servidor! -oí a mis espaldas.
Me giré y vi a un verdadero payaso tras de mí haciendo malabares con cubitos de hielo. ¿Realmente tendrían algún efecto mágico mis palabras?
-¡Opla! -dijo el payaso al caerle encima una iguana peluda y perder el equilibrio.
-¿No tendrá por casualidad un tutú? -le pregunté mientras lo ayudaba a levantarse.
-¿Tutú? ¿Mimí? ¿Yoyó? -y sacó un yoyó de uno de los bolsillos de su coloreada chaqueta.
Lo cogí y dudé si encenderme el cigarro o no. Al fin y al cabo si era en primera o en segunda persona no debería tener mucha importancia. Así que saqué el mechero de mi bolsillo y lo encendí.
-Has razonado bien -oí que me decían, pero no era el payaso quien había hablado sino la extraña iguana que seguía en su cabeza. Parecía una peluca, pero era el gato de mi vecina que tenía el pelo morado. La recordaba bien porque estaba tremendamente buena, ¿pero qué hacía su gato en la cabeza del payaso?
-Yo a ti te conozco -le dije al gato después de saborear la primera calada-, ¡destrozaste mi moqueta!
-Debía proteger a Amalia del pervertido del vecino -dijo el gato en tono burlón.
-Amalia... -suspiré-, lo que daría por volver a verla.
-Sí, aún recuerdo cuando le cayó encima el bote de pintura.
-¿Qué bote? ¿Y qué es lo que estás haciendo aquí? -grité malhumorado.
-Podría habérsela expuesto en una galería de arte -prosiguió el gato.
Entendí que en la situación en la que me encontraba no me convenía discutir así que decidí seguirle la corriente.
-Un verdadero monumento, sí señor, digna de estar en un museo -añadí haciendo un guiño a mi interlocutor.
-¡Pero de qué demonios me está usted hablando! -gritó el payaso fuera de sí-, y devuélvame mi yoyó, no sé quién es, pero no me gusta su cara ni cómo me mira, así que haga el favor de apartarse de mi camino.
No salí de mi asombro al ver al enfurecido payaso con cara de iguana que me increpaba de aquel modo. Me arrebató el yoyó que aún sostenía en mi mano y se alejó a paso lento, el que le permitían los grandes zapatos rojos que dejaban tras él unas ridículas huellas en la arena. Continuaría viendo esa visión fantasmagórica mientras tuviera un ápice de temperatura colonorectal, pensé.

Mapas


Me gustan los mapas físicos
porque invitan al viaje
a descubrir un mundo heterogéneo
ocres, verdes y azules
que con sus matices llenan el planisferio
accidentes geográficos
que moldean el territorio
a través de las llanuras
escalando las cordilleras
o cruzándolas por valles
siguiendo el curso de un río
que nos llevará hasta el mar
surcarlo y visitar las islas que lo salpican
para acabar llegando a otra orilla
y otra vez lo mismo
pero nunca igual
otras planicies
otras montañas
otros ríos
con sus gentes y sus costumbres.

¡Qué diferentes!
de los mapas políticos
con sus vivos colores
que marcan contrastes
a lado y lado de la linea
fina y negra
que atraviesa llanuras
y ríos, y montañas
¡no me cruces!
aquí están los unos
y allí los otros
un mapa abstracto y arbitrario
construido a partir de sueños
que se convierten en pesadillas
el viaje infinito, cuarteado
espacios indefinidos
definidos por nombres y colores
cartografiar el mundo
o hacer un efímero mundo de cartón-piedra
cartón que arde
piedra que golpea.

Utopía


En la playa
sentado en la orilla mirando el horizonte
que guardando las respuestas a miles de preguntas
aguarda paciente mi viaje
uniendo el mar y el cielo y separando todo lo demás
o eso pensaba yo
y enseguida me pongo a preparar el viaje
busco en los mapas mi destino
búsqueda inútil del que se sabe equivocado

líneas imaginarias, hay miles de ellas
allá donde yo quiera, se encontrarán ellas
líneas imaginarias, separándonos a todos
voluntad de unos pocos, realidad de todos
líneas imaginarias, que parcelan nuestro mundo
maldito sentimiento, lacra de este mundo

y sin embargo partiré, en busca de esas líneas
porque sé que al acercarme, ellas se alejarán
y al completar la vuelta al globo podré ya estar seguro
de haberlas desterrado

para eso sirve, para eso sirve
para eso sirve el horizonte
para eso sirve, para eso sirve
para eso sirve la utopía.

Deseo universal


En congreso plenario
decidieron los planetas que no necesitaban de estrellas
en el planetario pleno
fue unánime la decisión adoptada
y ante la gravedad de la situación
situaron la cuestión
en pasar de la gravedad
de la atracción de la masa
pasaron a la atracción de la belleza
de la órbita elíptica
a la elipsis del orbe
¡ya no hay centro! proclamaron
y las estrellas se apagaron
huérfanas de súbditos
hartos de su fotocentrismo
el universo bailó en la oscuridad
sin luz que lo dirigiera
cada uno era su propia linterna
y faro de los demás
también los satélites se sumaron a la fiesta
y los asteroides
todo era jolgorio
en el nuevo cosmos aestrellado
y la esperanza amaneció
en un flamante universo en expansión.

El idiota y la luna


Miro la luna,
que ilumina mi dedo
en su impertinente gesto,
no hay idiota alrededor
que me haga el menor caso.

Admiro la luna,
que ilumina la noche,
que mueve los mares,
y desenmascara al idiota
del dedo que la señala.

Eclipse


Él, está radiante
ella, se deja mirar
y coqueta
da vueltas a su alrededor
ahora se acerca
y le muestra una cara
ahora se aleja
y le muestra otra
como una peonza
danza que danza
es la razón de su existencia
la luz de su razón
que la atrae día y noche
y ella se deja calentar.

Pero mírala
allí está la otra
otra vez en medio
dueña del mundo onírico
no le basta con ser comparsa
siempre atenta a la pareja
mosca cojonera
vigila que vigila
con nocturnidad y alevosía
y aparece a la luz del día
a cara descubierta
alucinante, alunizante
con qué desparpajo
se entromete
y todo se vuelve oscuro
es solo un momentito, dice
pero volverá
así es Selena.